“Bienvenida a Maceió Mar Hotel! Es un placer recibirla y hospedarla durante los próximos 30 días!“, me dijo bromeando uno de los risueños conserjes. “Ojalá fuera un mes! Pero mi estadía será de una semana solamente“, respondí empezando a pensar que quizás sería poco tiempo, aunque muy expectante por empezar a disfrutar mis vacaciones. Cuando entré a la habitación me di cuenta que ni una semana, ni un mes, ni muchos, me alcanzarían para apreciar tanta belleza.

Me bastó con correr los cortinados para que mis ojos se inunden de mar, de cielo, de playas y palmeras… No podía creer la maravilla que tenía frente a mi! Y, aunque estuve anteriormente en resorts muy importantes del Caribe, nunca había tenido una habitación con una panorámica semejante. Era como si la playa fuera parte del decorado, parte del cuarto, parte de mi! Aún deslumbrada, recorriendo el cuarto me encontré con una segunda sorpresa: unas deliciosas brochettes de frutas tropicales como bienvenida! Enseguida salí al balcón para saborearlas mirando el mar. Ahí recordé el slogan del hotel: “Hago todo para conquistarte”, bueno, debo reconocer que a esa altura mi corazón ya les pertenecía.

La ubicación del hotel es inmejorable: se encuentra en la Avenida Álvaro Otacílio 2991, en la playa de Ponta Verde, que es, para mí, la más bonita de la ciudad. Y también muy cerca de la espléndida playa de Pajuçara. En la zona hay muchos restaurantes, restobares e incluso quioscos sobre la costanera. A sólo 15 cuadras, está la feria de artesanos de Pajuçara.

La estadía se hace muy placentera. La habitación además de ser espectacular en su vista, es sumamente cómoda, completamente equipada y con wi-fi. Pero debo reconocer que mientras estaba allí me perdía mirando hacia la playa y no prestaba atención a nada más. El balcón era una suerte de refugio espiritual, por la noche solía quedarme horas y horas mirando el mar y sintiendo la brisa. No quería irme a dormir para no perderme ni un instante. Al despertarme, lo primero que hacía era correr los cortinados y salir al balcón a encontrarme con el sol y el mar.

El hotel tiene una hermosa piscina, ideal para aprovechar después de la playa. Los niños también cuentan con juegos y entretenimiento de todo tipo. Además, Maceió Mar Hotel ofrece gimnasio, farmacia, casa de cambio y alquiler de autos. El restaurante Tarrafas merece también mis elogios: el desayuno es variado, rico en frutas, jugos, fiambres, panes, tortas y la tradicional tapioca nordestina hecha en el momento! Tarrafas también es una excelente opción para almorzar o cenar, ya sea con menú a la carta o buffet y con deliciosos platos de cocina internacional o típicamente brasileña.

Después de haber pasado una semana tan maravillosa e inolvidable, era lógico que no quisiera irme de allí. Recuerdo el último instante en la habitación, mirando fijo el mar como si pudiera detener el tiempo, lloré bastante y prometí volver. 

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