Cuando de chica veía fotografías de la Torre Eiffel, no imaginaba que allí adentro podía haber un restaurante. Menos imaginaba que un día iría a París, y mucho, muchísimo menos, que podría ir a almorzar a uno de los restaurantes que están dentro de la mítica torre.
Lo cierto es que todo llega, y un día pude darme el gusto. O mejor dicho dos días, porque tuve la suerte de ir dos veces. La primera fue el 13 de marzo de 2017, cuando fuimos a almorzar para festejar mi cumpleaños. La segunda fue en junio de 2019, que pasamos por París, y no pudimos resistir la tentación de volver al Restaurante 58 Tour Eiffel.
Festejando mi cumpleaños en París
Para mi primer viaje por Europa, estratégicamente hice coincidir mi cumpleaños con nuestro paso por la bella París. Luego, buscando opciones para festejarlo, fue cuando descubrimos que dentro de la Torre Eiffel había restaurantes. Elegimos almorzar en el Restaurante 58 Tour Eiffel porque ofrecía un menú completo a un precio accesible. Además, la reserva incluye el ascenso prioritario al primer piso de la torre, lo cual es un plus! La contratación es muy sencilla, a través del sitio web del propio restaurant.
El menú es fijo y va cambiando periódicamente. La reserva incluye: una entrada, un plato principal, un postre, una bebida y un café por persona. Las opciones son variadas, sofisticadas y deliciosas. Cuesta a veces elegir sólo una!
Les cuento lo que probamos en ese entonces:
Patricio eligió una sopa de arvejas y yo una ensalada de huevo como entrada.
Como plato principal, ambos optamos por un lomo al champignón con puré de papas saborizado.
Para el postre, Pato optó por un cheesecake y yo por una mousse de chocolate.
Como sorpresa, en complicidad con mi marido, al final llegó mi torta de cumpleaños, un detalle que jamás olvidaré.
Y por supuesto, el cafecito infaltable.
Las segundas partes no siempre son malas
Regresamos a París el pasado mes de junio, y quisimos repetir esa maravillosa experiencia. Reservamos con unas semanas de anticipación, pero aún así nos costó conseguir fecha.
Para entonces, tuvimos otro menú para elegir, con opciones tan tentadoras como las anteriores:
Para la entrada, Pato eligió una crema de espárragos y yo gazpacho.
De plato principal, Pato comió tagliatelle y yo risotto.
Para el postre, ambos optamos por la crema de chocolate.
Que nunca falte el cafecito.
Quiero destacar también la hermosa panorámica del restaurant, especialmente con sus vistas al Trocadero. También quiero agradecer, por la excelente atención y calidez con la que siempre nos han tratado.
La Torre Eiffel y París
Visitar la Torre Eiffel es especial. Disfrutar de un tiempito allí dentro, es una experiencia inolvidable. Desde allí, se divisa París en todas sus aristas, y en todo su esplendor. La torre tiene magia, un encanto único, un magnetismo capaz de acaparar todas las miradas. Y es que la Torre Eiffel es el símbolo de la Ciudad Luz. París ha sido epicentro de los grandes cambios históricos de occidente, sus calles están bañadas de historia. París es sinónimo de arte, cultura y arquitectura. Es la referencia inequívoca de la moda y el glamour. París es bohemia, es poesía, belleza e inspiración. Es tan perfecta que parece una utopía. Es tan increíble que la emoción desborda, y es imposible no conmoverse ante tanta magnificencia.