Por Jorge Martí
Yo soy Colón, labriega y navegante,
soy la novia del río de los pájaros:
mi nombre tiene insignias de almirante
y la diáfana sombra de los plátanos.
Soy la guitarra de las serenatas,
la flauta melodiosa de los juncos,
la matraca estival de las chicharras
y la estrella viajera de los tucos.
Soy ágata y arcilla, soy palmera,
miel montaraz, racimo de pitanga,
panoja de yatay, canoa islera
y golondrina en vuelo de esperanza.
Soy el parque Quirós, la costanera,
12 de Abril, Justo y Pastor en misa,
y el cielo de la patria que embandera
a la figura patriarcal de Urquiza.
Soy espuma y rumor de marejadas,
el salto en arco iris del dorado,
el benteveo anunciador del alba
y el cantor que es también canto rodado.
Soy la artesana de la fiesta grande
que alhaja su labor en La Casona,
el alfajor con pasta de inmigrante
y el buen trago de caña de la zona.
Soy la flor del palmar y soy el puente
en fraterna amistad de nuestros pueblos;
porque el charrúa y el minuán descienden
del tronco guaraní de sus abuelos.
Soy el agua profunda de las termas,
el canto libre del zorzal criollo
y la ofrenda de paz de nuestra tierra
en el abrazo de mis dos arroyos.
Soy boliche, almacén, cancha de bochas
y piedra colorada de la ribera
y soy lapacho con las flores rosas
en el milagro de la primavera.
Soy ivirapitá, ceibo, espumilla,
jacarandá duplicador del cielo,
sauce llorón que abre su sombrilla
y las queridas tipas del recuerdo.
Soy la sonrisa de la verdulera
que viene en sulky desde la colonia
con el dulzor de las primeras brevas
y las ciruelas que ya están pintonas.
Soy el silbido del gurí que pasa,
la madre humilde y su arrorró sin cuna
y el pescador que carga en la palanca
con escamas de plata su fortuna.
Soy la campana de la vieja escuela
nacida el día de mi nacimiento
y la cosecha en flor de las maestras
en los frutos del árbol de mi pueblo.
Soy las islas Queguay y San Francisco,
Uruguayas según el protocolo,
pero argentinas porque desde chico
están en el registro de mis ojos.
Soy el puerto que tuve y ya no tengo,
los vapores anclados en la niebla,
las dragas encostadas en silencio
y el pontón esfumado en su leyenda.
Yo soy Colón, la música entrerriana
con trinos de calandrias y jilgueros,
garza y biguá, panal de lechiguana
y el bullicio albañil de los horneros.
Ya ves, yo soy Colón, la soñadora,
la plácida belleza del poeta,
la reina del turismo que enamora
y espera que muy pronto estés de vuelta.
2 respuestas a “Yo soy Colón”
[…] hotel está situado a la margen del Río Uruguay, en pleno centro de la ciudad de Colón, y a sólo 330 km de la provincia de Buenos […]
Sin palabras, maravilloso! Una obra de arte!